RESUMEN.
 Esta obra es una de aquellas que se disfruta más tras cada
relectura, que llama a tu conciencia para que reflexiones sobre lo que sucede a
tu alrededor. Muy a mi pesar, se encuentra descatalogada desde hace más de diez
años, que fue más o menos cuando la leí por vez primera. Gonzalo Moure sabe
cómo entrelazar diversos momentos en el tiempo sin perder el hilo, dotando así
a la trama de una solidez y coherencia muy atractivas. A pesar del desolador
panorama al que asiste el lector, que contempla un retroceso mundial, el
retrato de las vivencias de los protagonistas es ágil y mucho más optimista de
lo que pueda parecer en un principio. Y este es otro aspecto muy efectivo, los
personajes; las diferentes experiencias por las que pasan todos ellos reflejan
perfectamente sus personalidades, cuyos matices y grises pueden conocerse sin
necesidad de demasiados detalles. Pero hay un rasgo todavía más interesante que
forma parte del propio mensaje de esta breve novela, y es el conocimiento de
que a pesar de estar viviendo en épocas diferentes, los sueños y miedos de Brunn,
Balath –dos cazadores de Próximo Oriente-, Skiopul, Saba y el resto de
figurantes son muy similares. Además, un verbo ágil y sencillo nos transporta
por el mundo de El alimento de los dioses sin centrarse demasiado en lo
dramático, aunque posee cierto tono melancólico.
Esta obra es una de aquellas que se disfruta más tras cada
relectura, que llama a tu conciencia para que reflexiones sobre lo que sucede a
tu alrededor. Muy a mi pesar, se encuentra descatalogada desde hace más de diez
años, que fue más o menos cuando la leí por vez primera. Gonzalo Moure sabe
cómo entrelazar diversos momentos en el tiempo sin perder el hilo, dotando así
a la trama de una solidez y coherencia muy atractivas. A pesar del desolador
panorama al que asiste el lector, que contempla un retroceso mundial, el
retrato de las vivencias de los protagonistas es ágil y mucho más optimista de
lo que pueda parecer en un principio. Y este es otro aspecto muy efectivo, los
personajes; las diferentes experiencias por las que pasan todos ellos reflejan
perfectamente sus personalidades, cuyos matices y grises pueden conocerse sin
necesidad de demasiados detalles. Pero hay un rasgo todavía más interesante que
forma parte del propio mensaje de esta breve novela, y es el conocimiento de
que a pesar de estar viviendo en épocas diferentes, los sueños y miedos de Brunn,
Balath –dos cazadores de Próximo Oriente-, Skiopul, Saba y el resto de
figurantes son muy similares. Además, un verbo ágil y sencillo nos transporta
por el mundo de El alimento de los dioses sin centrarse demasiado en lo
dramático, aunque posee cierto tono melancólico.
En 2342, cuando la humanidad vivía uno de sus momentos más
difíciles, el descubrimiento de un nuevo alimento, la patata del cielo, origino
un extraordinario crecimiento de la población. 
Creyendo que aquello supondría el fin, una poderosa nación deicidio apropiarse
de la patata del cielo. En una fascinante aventura encadenada a través de los
siglos y los continentes, dos jóvenes conductores de caravanas y dos fugitivos
de las ruinas y el caos lucharán por devolver el alimento de los dioses a sus
verdaderos dueños.
Una Tierra devastada por el hambre y la destrucción, las
civilizaciones han desaparecido. Solo quedan unos cuadernos secretos y un grupo
de jóvenes que deberán leerlos y revelar la verdad. Las palabras clave son
“patata del cielo” y el indicio de miles de delfines centenarios que mueren a
lo largo del planeta. Novela futurista, crítica con la noción contemporánea de
progreso.

